Tener en el Signal Iduna Park el apoyo de 3.400 culés ávidos de una noche grande en el mayor desplazamiento europeo de la última década desde la final de Berlín era motivo suficiente para que el Barça recuperara la versión más mortífera de la temporada. Esa que ha devuelto la ilusión del barcelonismo con las goleadas a Bayern (4-1) y Real Madrid (0-4) como bandera antes de un bajón liguero que había encendido algunas alarmas. Era por ello más que un examen para el Barça de Hansi Flick, con futbolistas y entrenador algo en entredicho tras los últimos tropiezos. La respuesta fue a la altura de lo deseado con un nivel de concentración y ambición altísimo del minuto 1 al 95.
No encontró rédito a su presión alta en el primer tiempo al llegar sin goles al descanso pero fue total la reivindicación del bloque, con el mismo once del Villamarín, y una aparición decisiva de los suplentes. Si Pedri y Casadó volvieron a sentar cátedra con un dominio de la escena en un Barça más junto, el genio de Lamine Yamal y la rebeldía personificada de Raphinha ejercieron de barómetro de un vestuario herido en su orgullo tras el último mes. El brasileño, todo carácter, se desgañitaba al ver cómo sus desmarques no tenían recompensa.
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Hasta el segundo tiempo. Porque Dani Olmo encontró al espacio a Raphinha, letal un día más. Son ya seis goles en esta Champions (sólo le supera Lewandowski con uno más) y 17 en todo el curso. El equipo se levantó tras el accidental penalti de Cubarsí cuando Flick, de ideas fijas, sacó del césped a Lewandowski, Olmo y el ‘tocado’ Raphinha. Respecto al Villamarín, sólo mantuvo a Pedri, arquitecto del último gol con un balón al hueco hacia la chistera de Lamine. Entraron De Jong, Fermín y Ferran, determinante como en Sevilla con dos goles. El primero, generado también por el MVP Lamine, lo rozó Fermín con una volea y el segundo, con un regalo del extremo, desató el delirio del banquillo tras reponerse al segundo empate local y no pecar como en Sevilla. Flick también gritó. Son seis victorias de seis contra el Borussia, tres de ellas en el Westfalenstadion. Casi nada