La palabra derrota estaba alejada del vocabulario del Real Madrid cuando empezó la temporada. El equipo de Ancelotti la había erradicado de manera brutal la durante la pasada campaña. Dos ante el Atlético de Madrid era todo lo que el equipo blanco había concedido la temporada pasada, la que acabó con la Liga y la Champions en las vitrinas de Valdebebas. Unos meses después el cambio es tan sorprendente como inquietante paran un equipo que es incapaz de encontrar el camino.
La sufrida en San Mamés es ya la quinta en lo que va de una temporada que apenas ha superado su primer tercio. Ya no son indicios, son certezas de que la salud del equipo blanco es frágil. La agresividad del Athletic, algo que a nadie puede sorprender, castigó a un equipo que no había perdido fuera de casa en LaLiga, pero que arrancó dejándose puntos en Son Moix y Las Palmas.
Pero pasarlo mal lejos de Chamartín sí que ha sido lo normal en Europa. En las dos salidas de los de Ancelotti, Lille y Liverpool, la derrota fue la compañera de viaje de los blancos en el regreso. La manita de derrotas del Madrid en la temporada se completa con dos en su estadio: ante el Milan, en Champions, y el Barcelona, en el Clásico liguero.
La debilidad del Madrid se mostró en que después de que Bellingham empatara el segundo tanto del Athleltic apenas tardó un par de minutos en subir al marcador. Lo que otras veces era un aviso de que el partido giraba para el lado blanco fue todo lo contrario en San Mamés.
El aire tomado por el Madrid la pasada jornada con la victoria ante el Getafe y la derrota en casa del Barcelona ante Las Palmas se convierte tres días después en otro punto negro en la ruta de esta temporada. Después de que el equipo de Flick reaccionara con el 1-5 en Son Moix, la derrota del Madrid en Bilbao devuelve al campeonato el aspecto de hacen una semana. Y lo que lo viene al equipo blanco no es cómodo. Todo lo contrario. Dos salidas cargadas de veneno: Girona y una final no prevista ante la Atalanta en Bérgamo.