El elefante blanco en la habitación de Ancelotti era decidir entre cantera y cartera. Le incomodaba salir por la puerta de la solución sin ningún trompazo. Ancelotti Junior (Davide) defiende que para la cantera el efecto Asencio es un excelente espejo para los otros chavales que ascienden peldaños de vértigo por las categorías y al tocar en la puerta se quedan con los nudillos rotos. Es el caso de Fortea o Loren Ag
.Entiende Carlo que, a Anfield en la Champions y a San Mamés en la Liga, es arriesgado acudir con cachorros expuestos en jaulas de leones. O serían devorados por la exigencia de los rivales o en caso de éxito evitarían que el club se rascase el bolsillo en busca de reforzar una defensa que las lesiones, y no la planificación, han dejado temblando.
Ancelotti senior, con mano izquierda y sentido común no quiere hipotecarse deportivamente con la cantera ni económicamente con la cartera y ha añadido otro concepto más a la ecuación: La careta. Es decir, cambiar la máscara de la demarcación a un jugador experto sin tener que recurrir a un canterano inexperto o una carterazo imprevisible. Por eso le ha pedido desde ya, que Tchouaméni se quite la careta de centrocampista y se ponga la de zaguero y a Valverde que empiece a pensar en ser un comodín más defensivo que ofensivo.
Si le sale bien, no arriesgará con los chavales y no perderá su fe en el mercado. Solo Alexander-Arnold mejora considerablemente lo que se tiene en casa. Y su fichaje para enero es casi imposible.