Las confesiones de Gavi sobre sus 335 días hasta volver a jugar

Las confesiones de Gavi sobre sus 335 días hasta volver a jugar

Las confesiones de Gavi sobre sus 335 días hasta volver a jugar

Domingo, 20 de octubre de 2024. Minuto 63 del Barça-Sevilla en Montjuïc. Gavi sale del banquillo a calentar y la grada enloquece. La ovación se queda pequeña con lo que se escuchará poco después, cuando en el minuto 83 el centrocampista andaluz releva a Pedri, que le coloca el brazalete de capitán culé. Han pasado 335 días desde su anterior partido, un España-Georgia clasificatorio para la Eurocopa, disputado el 19 de noviembre de 2023. Gavi se lesionó en el minuto 25 de aquel infausto partido dominical en Valladolid, donde las lágrimas al dejar su sitio en el campo a Oihan Sancet anticiparon la pésima noticia, pronto confirmada: rotura completa del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha con afectación del menisco externo. En ‘El Retorno’, trabajado documental disponible en Barça One en su primera parte, Gavi da detalles “en primera persona del camino de vuelta a los terrenos de juego”, como describe la promoción de la producción. Lesión, preoperatorio, intervención, postoperatorio y las fases intermedias hasta el gran día del regreso y el que Gavi tenía “en la cabeza, pero no voy a decir”. Todo, a pocas fechas del Real Madrid-Barça.

“Cuando te pasa, tú ya lo sabes”, revela con sinceridad. Gavi recuerda que Xavi Hernández, entonces su técnico en el Barça, le animó con su experiencia personal. “Me dijo que él tuvo una grave lesión y volvió mejor que antes”. “Me sentía raro, pero muy arropado por todo el equipo”, recuerda Gavi. “Voy a ser el mismo, pase lo que pase y tenga la lesión que tenga”, se dijo a sí mismo.

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Con el diagnóstico se oficializó la necesidad de operar. “La noche antes estaba muy nervioso, ni dormí”. Ocurrió 10 días después de caer lesionado, “días eternos”. “Yo me quería operar ya, creía que así jugaría antes, porque no sentía dolor, sólo sentía dormida mi pierna”. El Doctor Ricard Pruna le sacó de ese equívoco. “Si se opera una lesión de rodilla con dolor o con sangre en la articulación la recuperación es más costosa y pueden haber más complicaciones. Esperarse 10 o 12 días beneficia el resultado final”, le informó.

Luego, Gavi revivió “el dolor tan fuerte del postoperatorio”. “Quise irme para casa al segundo día pero no pude estar ni dos horas allí, era inaguantable y volví al hospital. El primer mes fue muy duro, ya en casa, sin querer ver a nadie”. La tentación de pensar en el final del recorrido es un enemigo. Llegó el turno de la rehabilitación, de los fisioterapeutas y de los recuperadores, por fases y siempre con pequeños objetivos intermedios: andar con muletas, luego sin ellas, ejercitarse en el agua, ganarle grados a la genuflexión…. “Doblar hasta el final la rodilla es lo que más me costó. Lo pasé mal. Un poquito más, un poquito más… hasta el día de hoy, en que casi tengo igual la rodilla que antes”, reveló Gavi satisfecho y, sobre todo, agradecido. “Las primeras semanas de postoperación era como un ‘zombi’. Gracias a Pablo Merino, el fisio, me sentí bien, se lo debo todo”. Merino capitalizó el primer medio año. “Todo el día juntos, mañana, tarde y noche en la Ciutat Esportiva”. En la segunda fase, los readaptadores Yon Alvarez y Chechu Pérez, “los ‘putos amos’, ‘top’ para mí y para el equipo”. Uno es hijo de Diego, ex centrocampista de la mítica Real Sociedad campeona de Liga en los 80, el otro es hijo de Rojo, delantero del Barça en los 80. Se combinaron sesiones intensas, con “oasis” de paseos una vez por semana en la playa o la montaña “para no estar todo el día hablando de cuándo vuelves a jugar”. “Me encantaba el trabajo en la piscina. Ir a otro sitio del habitual. me lo pasaba muy bien”, señaló. O la musculación, con pesas, que “nunca” había hecho así “y da gusto”.

Acompañar al Barça a París para enfrentarse al PSG fue, otra vez, “sentirse parte del equipo” y, sobre todo, volver a tocar un balón “que jamás toqué por obediencia”. “Nunca lo hice, ni en casa, siempre fui muy precavido”, insiste. Por eso, cuando pudo entrenar con pelota en la Ciutat Esportiva, volvió “a ser niño, como si tuviera cinco años y estuviera en el patio del colegio”. O cuando el Doctor Pruna le dio permiso para trabajar con el grupo “en el Johan Cruyff” 230 días después. “No te creo”, contestó. Gavi sólo falló en una cosa, en un augurio. “Obviamente, no voy a ser el mismo el primer día que juegue”, dijo. En su primera acción en el Barça-Sevilla fue a la disputa voraz por un balón dividido. El Gavi de siempre.

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