La protesta de Vinicius en Vallecas en las mismas narices de Martínez Munuera, la pasada jornada, le costó al brasileño del Real Madrid la quinta amarilla de la temporada. La acción pudo salirle más cara, vista su gestualidad y a la luz de otros precedentes con terceros equipos, pero esta es otra historia.
Este sábado, mientras sus compañeros trabajaban bajo el frío en Valdebebas preparando su cita del domingo contra el Sevilla, el frustrado Balón de Oro disfrutaba ya de sus vacaciones navideñas en (se supone) su Brasil natal. Una amarilla muy oportuna, pues, que recuerda esos viajes de otros cracks ‘canarinhos’ a su país coincidiendo con los carnavales, con los cumpleaños de familiares directos o con otras efemérides insoslayables.
Ya dijo Ancelotti en verano que, a la vista del calendario que se les venía encima, iba a programar una suerte de mini-vacaciones para los jugadores durante el curso. Lo que pasa es que en este caso ha sido el propio Vinicius quien, con el beneplácito (se supone también) del club, se las ha programado a su gusto.
Porque visto lo visto, pocos dudan de que el brasileño forzó la amonestación en Vallecas. Y de que, dada su insistencia, tal vez le habría venido mejor una roja directa, que le hubiera permitido prolongar algo más su retiro navideño. Lo malo, para el Real Madrid, será si este domingo el Sevilla quiere homenajear a Jesús Navas en su despedida del fútbol profesional y le amarga la tarde a los blancos. Entonces muchos se acordarán de un Vini que estará planchando su disfraz de Papa Noel al otro lado del charco.