El Real Madrid ha dejado en el campo el Rayo una primera parte horrorosa, pero corregida en seis minutos. Posiblemente, la peor puesta en escena de los de Carlo Ancelotti en lo que va de temporada, y eso que han sido varios los encuentros en los que la manera de entrar en el campo no ha sido la mejor.
Pasada la primera acción, en la que Güler trató de marcar desde el centro del campo en el primer toque del partido, el Rayo superó en todo al Madrid. Sea en juego o sea en aptitud, el color del partido era siempre el blanco y rojo del Rayo. El ritmo del partido lo marcaba el equipo de Iñigo Pérez y los jugadores del Madrid eran incapaces de imponer la autoridad que se le suponía.
El tempranero gol de Unai López, en una jugada en al que toda la defensa del Madrid quedó retratada, abrió 20 minutos en los que el Rayo se comió a su rival. Los de Ancelotti eran incapaces de sacar la pelota con claridad. Cuando eran capaces de hacerlo, porque en más de una ocasión la sensación de peligro en el área de Courtois tuvo una continuidad incomprensible. Apenas acababa una acción cuando la pelota volvía estar en zona de riesgo para los blancos.
Hasta pasada la media hora no hubo noticias del Madrid con peligro. Una acción de Rodrygo culminada por Bellingham era la primera señal de intentar despertar después de esa media hora en la que no había señales del poderío madridista. Pero la respuesta del Rayo fue otro gol. Como el primero, llegó de cabeza y con un remate picado. Esta vez de Nteka. Otra vez la manera de defender quedaba en pañales, algo que ya había ocurrido en alguna ocasión más que el Rayo mandó al limbo en el pase decisivo. El intento de reacción tenía el 2-0 como respuesta.
Negado en el juego colectivo, Fede Valverde decidió rematar de lejos en una jugada en la que nadie esperaba esa solución. Y la pelota se fue a la red. El Madrid volvía a la vida de repente. Se aparecía de nuevo el escenario de la remontada, esa manera de vivir en la que el equipo blanco vive tan cómodo y es único. El fin del primer acto fui con el Madrid encerrando al Rayo. Y de ahí nació el 2-2, obra de Bellingham. Apenas 10 minutos le valían al campeón de Liga y de Europa para estar vivo después de una puesta en escena dantesca. Y en esa reacción tuvo mucho que ver Rodrygo.