Santiago Mouriño ha sido el siguiente en abandonar la disciplina del Atlético (el decimosegundo del verano tras Paulista, Memphis, Savic, Hermoso, Morata, Saúl, Carlos Martín, Joao Félix, Samu, Moldovan y Vermeeren), pues hoy mismo se ha convertido en nuevo futbolista del Alavés hasta el 30 de junio de 2029. El central uruguayo viajó esta mañana a Vitoria Vitoria para firmar en propiedad con el club babazorro, que abonará alrededor de 2 millones por su traspaso. Un adiós por tanto que si bien es definitivo, deja una ventana abierta a un regreso, pues en el Metropolitano se guardan una opción de recompra.
Aunque el central uruguayo, que no ocupa plaza de extracomunitario, ha dejado una grata impresión tanto en su cesión de la pasada temporada en Zaragoza como en la pretemporada, el Atlético no ha dudado en aprovechar el amplio mercado con que contaba. Es por eso que se hayan rechazado propuestas de cesión como las del Getafe o el Sporting de Braga y se haya optado por una venta, como estaba dispuesto el Alavés.
Eso sí, en vista de que Mouriño pueda consagrarse en Mendizorroza como un central de garantías en su debut en Primera (cuenta con 22 años), el Atlético ha incluido esa opción de recuperarlo en un futuro, pues a día de hoy la llegada de Le Normand y la presencia de Giménez, Azpilicueta o Witsel le cerraba las puertas en la primera plantilla.
Mouriño hace sitio a Lenglet
Más allá de las dificultades que iba a tener para disfrutar de minutos, la salida de Mouriño permite al Atlético ajustar el coste salarial de su plantilla y poder incluir en el mismo a Lenglet de manera definitiva. En este sentido, el club rojiblanco ahorra tanto el sueldo como la amortización (tenía contrato hasta 2028 tras llegar procedente del Racing Club uruguayo por menos de 3 kilos) del central, lo que unido a las anteriores salidas de Samu y de Vermeeren ha posibilitado el encaje de los 3 más uno que ha costado la llegada del central francés del Barcelona.